Consiste en la realización de figuras, movimientos de contorción, de fuerza y espectaculares caídas o escapes en una tela de material sintético, las rutinas duran entre 5 y 8 minutos. Lo puede realizar una persona, dos o hasta tres personas. Este acto lo realizamos en espejo con 2 o mas telas.
Cada vez más personas se animan a amarrarse, trepar y hasta colgarse de largas tiras de tela; todo con la intención de poner en forma su cuerpo y, además, experimentar la deliciosa sensación de flotar en el aire .
“¡Quisiera tener alas!” ha sido, probablemente, el pensamiento de quienes en su afán de emular a los pájaros han ideado cualquier cantidad de artilugios que les permitan surcar los cielos o, por lo menos, aproximarse a tal hazaña. Sería esta la razón por la que Leonardo Da Vinci se empecinó en estudiar durante tanto tiempo la posibilidad de que un hombre ataviado con “unas alas grandes y debidamente sujetas al cuerpo” pudiera alzar vuelo. Porque cuando de querer volar se trata, el límite sólo lo pone la imaginación y la audacia de cada quien.
Tal es el caso de la acrobacia en tela, una práctica que es propia del circo, pero que con el tiempo se ha extendido al común de la gente.
Pero, ¿de dónde vienen estas famosas telas? Si bien nadie se atreve a precisar con exactitud los orígenes de esta práctica, algunos coinciden al decir que sus raíces se encuentran en un tipo de yoga que consiste en colgarse de unas cuerdas, las cuales permiten tomar ciertas posturas para hacer las meditaciones. También está la llamada cuerda de la India o Cuerda Indiana, muy usada por los acróbatas del circo, quienes han tomado del yoga, en buena parte, los amarres y las figuras más vistosas.
Desde una altura aproximada de siete metros o más —distancia definitivamente insoportable para quienes sufren de vértigo— y sobre un soporte lo suficientemente resistente, preferiblemente vigas de acero, se cuelgan por la mitad, paños de más o menos 20 metros de largo y un metro y medio de ancho. Los tejidos más utilizados son los que no se estiran, como, por ejemplo, el jersey de seda o el acetato. Son estas dos líneas de tela las que permiten dar rienda suelta a una actividad que prácticamente no tiene límites entre lo deportivo y lo artístico, ya que combina aspectos de ejercicios como la escalada y la gimnasia olímpica, con otros más estéticos como la danza contemporánea y las acrobacias circenses.
Cualquier persona que tenga la voluntad suficiente para adentrarse en el mundo de las acrobacias en tela puede hacerlo; sin embargo, hay que tener cierta condición física que permita sostener el propio peso corporal, el cual, dicho sea de paso, suele ser más pesado de lo que se cree.
Cada vez más personas se animan a amarrarse, trepar y hasta colgarse de largas tiras de tela; todo con la intención de poner en forma su cuerpo y, además, experimentar la deliciosa sensación de flotar en el aire .
“¡Quisiera tener alas!” ha sido, probablemente, el pensamiento de quienes en su afán de emular a los pájaros han ideado cualquier cantidad de artilugios que les permitan surcar los cielos o, por lo menos, aproximarse a tal hazaña. Sería esta la razón por la que Leonardo Da Vinci se empecinó en estudiar durante tanto tiempo la posibilidad de que un hombre ataviado con “unas alas grandes y debidamente sujetas al cuerpo” pudiera alzar vuelo. Porque cuando de querer volar se trata, el límite sólo lo pone la imaginación y la audacia de cada quien.
Tal es el caso de la acrobacia en tela, una práctica que es propia del circo, pero que con el tiempo se ha extendido al común de la gente.
Pero, ¿de dónde vienen estas famosas telas? Si bien nadie se atreve a precisar con exactitud los orígenes de esta práctica, algunos coinciden al decir que sus raíces se encuentran en un tipo de yoga que consiste en colgarse de unas cuerdas, las cuales permiten tomar ciertas posturas para hacer las meditaciones. También está la llamada cuerda de la India o Cuerda Indiana, muy usada por los acróbatas del circo, quienes han tomado del yoga, en buena parte, los amarres y las figuras más vistosas.
Desde una altura aproximada de siete metros o más —distancia definitivamente insoportable para quienes sufren de vértigo— y sobre un soporte lo suficientemente resistente, preferiblemente vigas de acero, se cuelgan por la mitad, paños de más o menos 20 metros de largo y un metro y medio de ancho. Los tejidos más utilizados son los que no se estiran, como, por ejemplo, el jersey de seda o el acetato. Son estas dos líneas de tela las que permiten dar rienda suelta a una actividad que prácticamente no tiene límites entre lo deportivo y lo artístico, ya que combina aspectos de ejercicios como la escalada y la gimnasia olímpica, con otros más estéticos como la danza contemporánea y las acrobacias circenses.
Cualquier persona que tenga la voluntad suficiente para adentrarse en el mundo de las acrobacias en tela puede hacerlo; sin embargo, hay que tener cierta condición física que permita sostener el propio peso corporal, el cual, dicho sea de paso, suele ser más pesado de lo que se cree.
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